lunes, 15 de octubre de 2012

LA LIBERTAD ESTÁ EN LA TIERRA





En junio de 2011 tuve la oportunidad de conocer a una pequeña familia campesina que vivía en la Provincia de Misiones en Argentina. Justo al lado de la frontera entre Paraguay y Brasil.

Jorge y su familia, vivían en una pequeña explotación de tabaco en plena selva Paranense. 

Son criollos, descienden de antiguos colonos polacos que emigraron a Argentina a principios de s.XX y que se les concedió un trozo de tierra a cambio de cultivarla. Ellos prácticamente solo habían conocido el cultivo del tabaco y salvo una docena de gallinas y algún "chancho" (cerdo) que algunos años habían conseguido comprar porque la cosecha les había ido bien, su explotación no contenía ningún otro tipo de cultivo.

Pese a ser campesinos, vivir de la tierra y compartir territorio con los indígenas guaranís, su conocimiento y su cultura agraria era muy escasa, con una baja tradición y conocimientos, que encima con los años habían ido desapareciendo.

Eran casi totalmente dependientes del tabaco y de la, entre comillas, la cooperativa tabacalera. Esta les fiaba a principio de temporada un paquete tecnológico compuesto por los pequeños plantones, en función de la extensión de tierras, y los insumos necesarios para poder cultivarlo, compuesto por agrotóxicos dirigidos a la fertilización y a la  función de fitosanitarios.

Varias  cuestiones. Casualmente, en esta zona tabacalera se concentran uno de los mayores número de casos de cáncer y de deformaciones del feto de toda Argentina, habiendo diferentes estudios que lo corroboran.  Además, la mayor productividad y rentabilidad provocada por los fertilizantes químicos, en el largo plazo se ha convertido en un elemento erróneo, ya que el agotamiento de una tierra (con una gran capacidad de regeneración en condiciones normales), se empobrece cada vez más y requiere un uso cada vez mayor de fertilizantes, por lo que el paquete tecnológico ya no es suficiente y tienen que invertir en dinero de su propio bolsillo en más fertilizantes.  Por otra parte, en los test que hicimos sobre el uso de mano de obra para el cultivo de tabaco, nos salía que se necesitan jornadas de entre 10 y 12 horas de trabajo diario, durante unos 300 días al año.

Una vez recogido el tabaco, secado y preparado en fardos para la venta, la cooperativa lo compraba, distinguiendo dos calidades (1ª y 2ª), pero casualmente, ningún tabaco era calificado nunca como de 1ª calidad por los encargados de comprarlo, además en años de mucha humedad (cosa bastante habitual en la selva), tenían bastantes pérdidas  si el comprador tardaba mucho en pasarse, ya que no tenían habitáculos adecuados para su secado y mantenimiento y mucho de este se pudría.

Se trataba de un sistema que esclaviza a estos campesinos, que los mata poco a poco y que los hace totalmente dependientes de una gran multinacional como es la Phillip Morris.

Por suerte, cuando yo conocí a Jorge, el y su familia nos lo contaban en pasado. Jorge, fue uno de los primeros campesinos que le perdió el miedo a la cooperativa y le plantó frente. Un año, inspirado por las diferentes experiencias agroecológicas que se estaban realizando en la zona y gracias al trabajo de varios promotores locales de desarrollo agroecológico, Jorge decidió negarse a coger la mitad de los plantones que le daba la cooperativa. Muchos le dijeron que estaba loco, que si le iba mal con que iba a dar de comer a su familia al año siguiente, que ellos no eran campesinos, eran tabacaleros.

Jorge no escuchó y cuando yo le conocí, sus terrenos eran una granja llena de vida y de diversidad agraria. En apenas un año y medio, Jorge convirtió sus tierras en un vergel lleno de patatas, porotos, lechugas, maíz, yuca, fresas, pimientos, sandías, melones, zapayos,…

Veías su cara brillar cuando te contaba que gracias a todo lo que tenía plantado, ya no le preocupaba tener un mal año con el tabaco, porque ahora era libre y comía de lo que producía. Además, ya no dedicaban todo su tiempo a estar trabajando en las parcelas de tabaco, de hecho su mujer había aprovechado su tiempo libre para hacer varios cursos de promotora de salud y nos contaba con una sonrisa en la boca que una ONG local la había contratado como dinamizadora de cursos.

También sus hijos, ahora ya no faltaban ningún día a la escuela para tener que ayudar a sus padres con el tabaco.

Jorge y su familia, ahora eran libres, superaron sus miedos y ahora eran un ejemplo a seguir por los campesinos y campesinas de los terrenos adyacentes. Habían mejorado su Soberanía Alimentaria,  producían sus propios alimentos, habían aprendido a conservar las semillas y preservar las variedades locales, respetaban el entorno de la selva, produciendo de forma sostenible, porque habían aprendido de los guaranís que si no conservaban ese entorno estaban condenados a no dejar nada para sus hijos.

Este año, unos compañeros fueron  para realizar una asistencia técnica a aquella zona. Jorge ya no cultivaba tabaco, producía de forma agroecológica respetando el entorno y conseguía excedentes que vendía en mercados locales o que almacenaba, como el caso de las legumbres. Jorge perdió el miedo, se empoderó y nos ha demostrado una vez más que se puede acabar con la pobreza con estrategias dirigidas a la seguridad alimentaria y basadas en la Soberanía Alimentaria. No se puede mercantilizar la agricultura ni se deben establecer modelos ni sistemas de producción que sean nuevos mecanismos de esclavitud. Es importante que nuestras estrategias de desarrollo se basen en la agroecología, la economía social y la Soberanía Alimentaria.

La última noticia que tenía de Jorge, era que había dejado de fumar

miércoles, 22 de agosto de 2012

Receta de Tortitas de Maíz con Biodiésel


Hace pocas semanas, la FAO advertía de que posiblemente estemos a las puertas de una nueva crisis alimentaria, de la cual nadie habla o poco interesa. Parece que la prima de riesgo y las subidas y bajadas de la bolsa son lo único que importan en estos momentos, en este mundo de locura total donde cada vez más estamos rodeados de sinsentidos.

Mientras tanto miles de personas, están en riesgo de morir de hambre o sufrir problemas de desnutrición en los próximos meses, porque ahora nos ha dado por jugar a la ruleta con los alimentos, como si de un casino gigante se tratara y nos jugáramos la comida en él.

Puede que muchos no hayáis notado las señales, pero extrañamente, y solo son una pequeña muestra, después de unos años tranquilos, de nuevo miles de subsaharianos se agolpan en los montes cercanos a Melilla para saltar la valla y en los últimos días, vemos como decenas lo han conseguido después de varios intentos en masa. De nada han servido los 6 metros y la triple valla que se instalaron hace un par de años, cuando casualmente estábamos ante otra crisis alimentaria, que causo revueltas graves en varios países, entre ellos Egipto. Muchos lo han considerado como la semilla para su primavera árabe.

Tampoco es nuevo que las organizaciones humanitarias llevan desde el año pasado avisando de la situación del Sahel y de la grave crisis alimentaria, provocada en parte por la sequía que se está dando y que está afectando gravemente a su seguridad alimentaria. Por lo que las advertencias de la FAO, no son nuevas y de nuevo llegan tarde. Lo peor, es que ninguna de estas advertencias y noticias aparecen en primera página de los periódicos, porque por lo visto, no nos toca de cerca.

Pues gran error, no hay más ciego que el que no quiere ver. En estos momentos en España, ya hay alrededor de 1.700.000 personas en las que en sus hogares todos sus miembros están en paro (según el INE) y organizaciones como Cáritas, llevan meses denunciando que ya no dan abasto, aumentando el número de beneficiarios de sus servicios en un 25% en algunos casos.

¿Y qué tienen que ver las tortitas de maíz con el biodiesel? Pues mucho, o todo.

La grave sequía y las altas temperaturas del mes de julio que está viviendo los EEUU, está empujando los precios del maíz al alza, debido a que su producción será la más baja desde 1985, tal como indica su Departamento de Agricultura. Esto ha hecho que desde junio, su precio en los mercados sufra un aumento de hasta el 40%, lo que según la FAO se ha traducido en un aumento del 6% en los precios de los alimentos.

A esto hay que añadir, que gran parte del maíz producido por EEUU, se dedica a la producción de etanol para biodiesel y para alimentación animal. Lo primero,  provoca graves efectos para los precios de los cereales, ya que empuja sus precios al alza en los mercados internacionales, en parte por la valorización del mismo y en parte por la escasez para uso alimentario, ya que las  subvenciones por cuotas de cosechas a la producción de biocarburante del Gobierno de EEUU, provocan también, que gran parte de la producción vaya a este uso y no a uso alimentario.

Lo segundo, es un sinsentido. Me explico. Destinamos al año miles de quilos de cereales a la alimentación animal, modificando sus dietas tradicionales y dándoles lo que debería ser nuestra comida. Los métodos de engorde y de producción intensiva, nos han llevado al mayor de los absurdos, les damos a los animales el alimento que podrían comer muchos, para que unos pocos puedan comer carne. No hago una oda al vegetarianismo, pero si al consumo responsable de carne, reduciendo su consumo o consumiendo animales criados de forma sostenible con métodos de alimentación naturales y silvestres, substituyendo gran parte de la proteína animal por proteína vegetal, en nuestras dietas. Es solo cuestión de voluntad.

Pero volviendo al precio de los alimentos, podría parecer que un aumento del 6% en el precio de estos no es muy grave. Dejadme recordaros que 2.500 millones de personas viven en el mundo con menos de 2€ al día, casi la mitad de la población y que en el caso de España, muchas familias ya han agotado sus prestaciones y viven con menos de 500€ al mes.

En economía, hay un concepto denominado “elasticidad de la demanda”, que mide la variación en esta de un aumento porcentual en el precio de un producto. Esta funciona de forma curiosa si incluimos los gustos del consumidor, pero en este caso creo que el gusto no es una preferencia. En este caso, lo que vemos, y es evidente,  es que la elasticidad es mucho más alta cuando menos es la renta del consumidor, es decir, cuando menos dinero tienes, ante una variación porcentual en los precios, tu demanda disminuirá en mayor medida.

No hay que ser muy listo para entender que con 2€ al día o con menos de 500€ al mes, prácticamente la totalidad de tu renta se va en comida, especialmente en alimentos de primera necesidad (nada de lujos ni caprichos), por lo que un aumento en el precio de esos alimentos, se traduce simplemente en comer menos.
Puede que comer menos signifique reducir de 3 a 2 comidas, pero lo siento, comer menos significa comer 1 o 0 comidas al día, o cado 2 o 3 días, porque a diferencia de la mayoría de nosotros, son muy pocos los que se pueden permitirse el lujo de comer todos los días, y mucho menos 3 comidas diarias.

Sinceramente, no sé lo que está pasando. Quiero entender que es desinformación, porque de otro modo no sería posible que a día de hoy todavía no hayamos reaccionado. Alternativas hay, y todas pasan por modelos de producción sostenibles con bases agroecológicas, que respeten el medioambiente, pero también a las personas y su entorno. También desde la Soberanía Alimentaria se dan respuestas a la producción local, al autoconsumo, a los derechos a producir, a alimentarse, a hacer un buen uso y disponer de los recursos naturales y a ser reconocido como campesino, campesina y especialmente como persona.
Entonces ¿Qué es lo que pasa realmente? Sin ser alarmista, me da la impresión de que hay una serie de señores que simplemente piensan que en este mundo sobran la mitad para que seamos felices y la “naturaleza se autoregule”, últimamente oigo demasiado hablar de Malthus y de sus teorías sobre los frenos al crecimiento demográfico.

No voy a ser yo el que diga que se metan un cañón de pistola por sus partes pudientes, porque parece que algunos la llevamos desde hace años enganchada, pero por suerte, en nuestras manos está el quitárnosla y darnos cuenta que no solo es comida, son vidas humanas lo que hay detrás.